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domingo, 10 de abril de 2016

EL AZÚCAR LA DROGA DEL SIGLO 21

AZÚCAR VENENO BLANCO.


El azúcar es uno de los alimentos más consumidos a nivel mundial y a pesar de que no se considera como tal, se ha identificado que puede ser igual de dañina y adictiva que muchas otras drogas, ya que el consumo de azúcar atraviesa las mismas etapas que la adicción a otras sustancias prohibidas, el proceso neurobiológico es similar y tiene complicaciones graves en todo el organismo por lo tanto puede ser considerada como la droga de la actualidad
Desde comienzos del s. XX, el diabetólogo Frederick Allen, propuso que el elevado consumo de azúcar, típico de las sociedades modernas, estaba asociado con la diabetes. En los años 60, el fisiólogo inglés Yudkin, (quien del azúcar afirmaba que era una dama dulce, blanca y mortal) y otros autores, retomaron  dicha propuesta. Sin embargo esta hipótesis ha sido largamente despreciada.

Algunos investigadores han retomado recientemente esta hipótesis, demostrando que el consumo excesivo y crónico del azúcar (particularmente uno de sus componentes, a saber: la  fructosa ) está asociado con la producción de la resistencia a la insulina,  y que constituye  una de las causas fundamentales de la masificación del síndrome metabólico en la actualidad, no solo de la diabetes.
El azúcar se asocia con el sobrepeso y la obesidad, también se la correlacionada con alteración de la síntesis hepática de grasas y con la oxidación acelerada de la grasa en el organismo por lo cual contribuye a disminuir la respuesta celular a la insulina (la membrana celular es un tejido rico en grasas), asimismo se ha demostrado que el azúcar genera altos niveles de oxidación en el tejido pancreático (entre otros) contribuyendo a la destrucción de las células beta encargadas de la producción de la insulina.

Palabras clave: azúcar, adicción, droga, proceso neurobiológico, complicaciones

LA ADICCIÓN AL AZÚCAR.
La historia del azúcar es bastante amplia, hay información que muestra que  desde el año 600 D.C se utilizaba como sedante y droga milagrosa. El hallazgo y su utilización se basan en la necesidad de glucosa del cerebro para la producción de energía que requiere nuestro cuerpo. Aun asi en la actualidad se ha convertido en una dependencia enfermiza.
Cuando se habla de adicción se piensa de inmediato en el consumo de alcohol, cocaína, morfina, marihuana, metanfetamina y otras sustancias prohibidas, pero no se suele pensar en el azúcar a pesar de que es uno de los principales alimentos consumidos mundialmente a tal grado que actualmente se llegan a producir 180 millones de toneladas al año,

LA ADICCIÓN AL AZÚCAR Y SUS EFECTOS

El azúcar es un cuerpo sólido cristalizado, perteneciente a los hidratos de carbono. Según su origen se divide en: azúcar blanca o refinada, que se obtiene a partir del jugo de remolacha o caña de azúcar. El refinado industrial extrae la sacarosa y elimina el resto de elementos; azúcar de caño rojo, el cual es el más; el azúcar natural que se extrae del jugo de la caña, en esta sólo se retira el agua, estando presentes las vitaminas y minerales.
La adicción es el uso compulsivo e incontrolable del azúcar y su proceso se divide en tres etapas: La primera conocida como “Binge eating”. Esta etapa representa lo que se conoce como “atracón”, Se caracteriza por el acceso limitado a la droga, así, cuando se ingiere lo hará en grandes cantidades. Esto nos lleva a un aumento de dopamina, que contribuye a la adicción. Después aparece el “escalamiento”, que es el aumento progresivo de la ingesta de azúcar, lo que provocará una sensibilización conductual que es la exageración de las conductas, especialmente motoras. La actividad motora progresa a medida que el individuo se hace cada vez más adicto a la sustancia; esta sensibilización se produce por cambios en diferentes receptores y en áreas específicas del cerebro principalmente opioides y dopaminérgicos.
La segunda etapa denominada de codependencia  consiste en el consumo de una gran cantidad de la droga en una oportunidad. Aquí las personas  se vuelen “adictas” al azúcar y dependientes de la sustancia, se caracteriza por aparición de signos y síntomas  que conforman el síndrome de abstinencia y señalan la etapa de dependencia.
Por último la tercera etapa, conocido como el deseo de la droga o “craving”,  en la cual, existe una  alteración en el aprendizaje por asociación, por ejemplo el fenómeno de Pavlov. El término “extinción” se refiere a la disminución y eventual desaparición de la conducta cuando se ejerce la acción, pero, deja de aparecer el reforzador. Cuando no existe un reforzador, y aparece la acción, se manifiesta  el deseo por la droga y al final se presenta la recaída. Normalmente un adicto que ha dejado de consumir la droga, sin saber por qué, y sin existir una causa específica recae y, por lo general, lo hace con mayor intensidad.
Todo este proceso se da gracias a la conjunción de factores genéticos, biológicos y ambientales. En el aspecto de la herencia se relaciona con los genes de adicción al alcohol, por lo que genera mayor  riesgo de presentar adicción al azúcar. Después biológico, porque la necesidad de consumir alimentos azucarados puede estar basado en una deficiencia de triptófano y serotonina, lo que daría por resultado una depresión atípica. 
Por último el factor ambiental que se da como patrón de conducta que comienza desde la infancia. Así cuando la madre se encarga de alimentar al hijo durante la fase oral puede inconscientemente crearle dependencia al azúcar, adicionando endulzantes a papillas, agua, proveyéndole de dulces cuando llora o se enoja. Con el tiempo el menor asocia la buena nutrición con el sabor dulce, y puede conllevar a graves enfermedades orgánicas tempranas como diabetes y obesidad infantil que predispone a cardiopatías, arterioesclerosis, síndrome metabólico, insuficiencia respiratoria, etc.
Esta sucesión de pasos lleva un fondo neurobiológico al igual que otras drogas como la cocaína o la heroína, el azúcar causa un aumento de la dopamina en las región  mesocorticolímbico, la cual ejerce un efecto sobre las sinapsis del NAc (Nucleo accumbens, conocido como la zona de liberación de placer y generación de adicciones).
La dopamina cumple dos funciones principalmente, facilitar el aprendizaje relacionado con la recompensa y facilitar el recuerdo del estímulo asociado a la recompensa.  El consumo de azúcar conlleva a un aumento gradual de dopamina, hasta llegar al efecto de “tolerancia”, por lo que se necesitaría aumentar la dosis de azúcar para conseguir el efecto deseado. Así la ingesta crónica produce cambios neuroadaptativos que mofican la neuroplasticidad, dando por resultado hipofrontalidad que compromete las capacidades emocionales y cognitivas de orden superior, y por tanto, la capacidad del cortex para dirigir y explicar la conducta hasta convertirse en automatismo con predominio de los efectos negativos del consumo.
Los primeros cambios neuroadaptativos se manifiestan en los receptores de dopamina. Existen dos tipos de receptores D1, y D2. Los primeros se encargan de la excitación de la neurona post-sináptica y los D2 inhiben la liberación de dopamina. El desequilibro en la función entre ambos receptores es causa de trastornos neurológicos y psiquiátricos.  El consumo crónico produce una hiperestimulación de los receptores D1 que contribuye a la degeneración de la fisiología neuronal. También se ha observado disminución de expresión de receptores D2 en la amígdala, hipocampo, cortex prefrontal, estriado dorsal y sustancia negra.
El glutamato es otro neurotransmisor que interacciona con la dopamina e interviene en la activación de mecanismos de plasticidad sináptica y depresión a largo plazo. Este se acompaña de alteración de la sinapsis dado por acortamiento de las dendritas neuronales y disminución de la estimulación y del tipo de receptores de glutamato.
Un complemento de este proceso es la serotonina, que se produce en los núcleos del Rafe y en las células enterocromafines del intestino. Su precursor es el aminoácido triptofano, el cuál se encuentra en los alimentos ricos en carbohidratos. Así, con la disminución del sistema serotoninérgico eleva la necesidad de consumir alimentos azucarados, ya que su deficiencia da por resultado un efecto depresivo moderado. Y el desarrollo de la depresión incluye una reducción del factor neurotrófico cerebral, el cual es crítico para el ciclo vital de las neuronas, contribuyendo al descenso de la neuroplasticidad cerebral.
Estos efectos no solo se manifiestan a nivel cefálico si no en toda la economía. El azúcar posee la capacidad de modificar el pH corporal, acidificándolo, es decir que tras su digestión y metabolización deja residuos ácidos (agua + ácido carbónico). Estos residuos ácidos exigen al organismo una neutralización mediante las reservas minerales de los huesos causando osteoporosis, además se ha observado que una ingesta elevada de azúcar incrementa los productos de glicación avanzada (proceso en el que las moléculas de azúcar se adhieren a las proteínas del cuerpo produciéndoles un daño) por lo tanto, puede interferir en la absorción de proteínas, también afecta la actividad de los glóbulos blancos, disminuyendo la capacidad fagocitaria.
También actúa como inmunosupresor, ya que estimula al páncreas para que produzca una cantidad elevada de insulina, lo cual lleva a susceptibilidad inmunológica y a su vez diabetes, obesidad y como consecuencia alteraciones en el sistema nervioso.

DIETA SIN AZÚCAR.





Según diversos estudios Una dieta sin azúcar arroja beneficios casi inmediatos en niños; estudio
Aunque algunos de ellos consumieron una alta cantidad de calorías, el hecho de que no proviniesen del azúcar tuvo resultados muy positivos.
Las generaciones de los últimos 50 años de historia en el mundo nos acostumbramos como nunca a la presencia omnipresente del azúcar pero lo cierto es que ello ha sido completamente inédito.
Jamás en otra época el azúcar había estado tan presente y disfrazada de inofensiva. Por fortuna en los últimos años cada vez más sabemos que el azúcar además de estar ligada a la obesidad y con ello a enfermedades como hipertensión, nivel de azúcar alta, y colesterol anormal, también está asociada a efectos nocivos psíquicos y físicos. Lo que los científicos desconocen es si estos son resultados en sí de la obesidad, o bien, de la presencia de azúcar en la sangre.
Para resolver el enigma, un grupo de científicos ha hecho un estudio publicado en The Journal Obesity en el que fueron analizados un grupo de 27 niños latinos y afroamericanos. El estudio se trató de seguir dando la misma cantidad de calorías a los niños, sin embargo unas provenientes del azúcar y otras específicamente de otros alimentos.
El estudio que se hizo durante 9 días encontró que, rápidamente, durante los primeros días, los niños que estaban recibiendo el mismo número de calorías, pero no proveniente del azúcar, mejoró notablemente su salud respecto a una disminución en los niveles de colesterol. También disminuyeron sus niveles de azúcar en la sangre en 5 puntos, y sus triglicéridos en 33 puntos.

El objetivo no fue eliminar los carbohidratos sino reemplazar los alimentos con azúcar por almidones sin que ello bajase el nivel calórico consumido por los niños. Así, en lugar de yogurt endulzado con azúcar los niños comieron baguettes. En lugar de pasteles chips y en lugar de pollo, teriyaki. La poca azúcar que comieron provenía de fruta fresca

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